martes, 8 de junio de 2010

La Comunidad de Corinto


(…) Una comunidad abierta y cosmopolita (...), formada predominantemente por
hombres y mujeres, provenientes de los ambientes marginales de la ciudad (...) (1 Cor 1,26- 28) Es una comunidad viva y activa, fuertemente centrada y entusiasmada con los carismas y con el culto. La proliferación de carismas, ordinarios y extraordinarios, es tal, que llega a haber una emulación no sana entre los miembros de la comunidad, deseosos cada uno de tener carismas superiores a los demás. Se producen rencillas, divisiones, críticas (...) (cf 1 Cor 12,4-10.28-30). (...) Pablo tiene que intervenir poniendo orden en la comunidad, haciéndoles ver la fuente única
de donde dimanan todos estos dones (un mismo y único Espíritu: 1 Cor 12,11), el fin al que se ordenan (la edificación del Cuerpo de Cristo: 1 Cor 12,12-13.27), y sobre todo, que existe algo que es muy superior a todo don y carisma por espectacular que sea: el Amor (cf 1 Cor 12,31). Otro polo sobre el que gira la comunidad creyente de
Corinto es el culto (…), que se ve influenciado por elementos provenientes de los cultos histéricos propios de las numerosas religiones paganas que coexistían en Corinto. Tanto los carismas como el culto se prestaban de hecho a graves desórdenes, frente a los cuales Pablo tuvo que intervenir estableciendo una serie de normas y criterios por los que debía regirse la comunidad (cf l Cor 11,3-10; 12,1-11.27-31; 14,26-39). (...) Pablo, en este sentido, no apela al responsable de la comunidad, sino que debe ser la comunidad misma la que haga rectificación, entre por caminos de
conversión y ponga de nuevo en orden las cosas, logrando la concordia entre todos (...).

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